. . . Alma mía. Déjame ser en ti. Mira a través de mis ojos. Contempla las cosas que has creado. Mira... cómo brillan...




日本からの手紙 3 nihonkara no tegami


ware ware nihonjin


Bueno, pues como no sé muy bien a quiénes les llegan mis correos y a qué otros no, a quiénes le interesan y a qué otros ni lo más mínimo... congratulations para unos, paciencia para otros, saludos para todos. Tengo una agenda de contactos que ni la lista de la RAI, y la organización de los diversos grupos no es lo mío, lo confieso.


Disculpad también por las posibles faltas de ortografía y similares. Estos teclados parecen diseñados para despistar a Cervantes, Shakespeare y Kawabata todos juntos. Un ENTER del tamaño de un posavasos, una barra de espacio diminuta, los signos de puntuación aquí y allá y kanas (letras japonesas) aderezando el conjunto tan ricamente. El otro día, usando el messenger, no sé qué tecla toqué y cambió al modo japonés con kanji incluido. Fui incapaz de devolverlo a su ser latino y el resto de la conversación por chat se limitó por mi parte a una serie de emoticones, mudo total, en plan Harpo Marx pero en cibernético.


Ware ware nihonjin (nosotros los japoneses).... Qué son otra cosa lo dicen hasta ellos mismos, y orgullosos que están diría yo. IMG_1502Cuando oyen a un gaijin (extranjero) decir alguna palabreja en japonés se sorprenden con una mezcla de admiración y jocosidad. Hace ya una semana que ando por aquí y todavía estoy tan desconcertado como cuando llegué. Recuerdo que en el aeropuerto oí un cuervo, lo primero. Y después unos amables señores y señoras fliparon al oírme decir chotto matte kudasai (un momentito por favor). La verdad es que era para buscar el diccionario.

Los buses son también para entenderlos. Se sube por el medio y se sale por delante y una pantalla va diciendo las paradas. En kanji. O sea como si nada. Y el chofer con su uniforme, sus guantes, su pinganillo con micro, va cantando las paradas mientras otra voz pregrabada, esta vez de chica, va repitiendo lo mismo y irasshaimase (bienvenido) y arigatou gozaimashita (muchas gracias). Esas dos palabras son sempiternas aquí (buses, taxis, tiendas, restaurantes...) siempre siempre el irasshaimase correspondiente (incluye reverencia y sonrisa) IMG_1607


Por qué cuento yo estas cosas.... en fin. Creo que Japón es la organización del caos. Me sorprenden siempre sus avenidas anchas e impolutas con aceras atestadas de gente y de bicis, y sus callejuelas sin aceras donde debes ir sorteando postes, árboles, bicis (por supuesto). Aquí encuentras templos budistas, santuarios shintoistas, cementerios, aparcamientos en los que los coches se aparcan unos encima de otros (ya os diré cómo) , gasolineras en las que no hay surtidores y las mangueras salen del techo, jardines de no más de un metro cuadrado en los que se representa el cosmos, el cosmos (ahí es nada), el cielo compartimentado con los cables eléctricos que cuando miras hacia arriba se enredan en las nubes como telarañas. Aquí hay edificios de enésimas plantas cuajados de neón día y noche y casas de techos grises con su jardín, su pino japonés y su ciruelo. Aquí a los niños les llaman a clase con un carillón que suena todas las mañanas como las iglesias de mi tierra y las torres de iglesias luteranas (son de pega) anuncian restaurantes de comida de Nagasaki. Bajo este cielo atruenan la música, los anuncios publicitarios, los salones de pachinko y los cuervos siguen con su letanía oscura, en algún lugar.


Los cuervos. Todas las mañanas es su voz lo primero que oigo. Después el carillón. Después el rumor de la ciudad con su caos. Su caos que sin embargo es hermoso. No es una belleza premeditada sino espontánea. Todo ese lío, ese vigor que como en los árboles, se refleja en los propios edificios que surgen aquí y allá (siempre exentos) y todas las cosas es sin embargo al fin de cuentas organización.

IMG_0868 Cuando despierto necesito un rato para recomponer mi navegador interno. El apartamento es tan pequeño que es como vivir en un yate en lo alto de un edificio. Yo creo que es la primera vez que siento que casi no quepo en algún lugar. Y sin embargo es acogedor. Quizá porque aquí no hay sillas y siempre anda uno medio de rodillas por el suelo o quizá porque la puerta del balcón (sí, curiosamente hay balcón) siempre está entornada y el murmullo de la ciudad y la brisa silenciosa del atardecer llena cada rincón.


En las casas japonesas siempre están separados baño (ofuro) y retrete (toire). Diminutos, por supuesto, pero eso sí con todo el equipamiento que uno pueda imaginar o incluso no imaginar. Lo del water es para nota. Acolchado, con calefacción, botones con lucecitas en el reposabrazos derecho.... en fin, solo falta un mando a distancia si no fuera realmente inútil en semejantes trances. Confieso que aún no me he atrevido a probar los dichosos botoncitos. En posición tan vulnerable prefiero no hacer experimentos con trastos que no domino, que nunca se sabe lo que puede aparecer por popa. No hay lavabo, claro, pero tranquilidad que esto es Japón y hay solución para todo. Al tirar de la cadena sale un grifo de una esquina y en un pequeño cacharro triangular cae agua automáticamente. A veces parece que los japoneses anhelan poder quedarse a vivir aquí, jope.....


Como me enrollo. La verdad es que podría estar viendo la tele. Sí. Pero la tele japonesa es algo así como un videojuego lleno de colorido, ruidos, música, efectos... yo qué sé. Hasta en las noticias se enfatizan las cosas con efectos sonoros. Eso sí escenas escabrosas con muertos o sangre no saldrán nunca. Hay concursos en los que el concursante juega, juegan con el más bien, programas de cocina en los que no se cocina, sólo salen tipos comiendo y repitiendo oishi oishiiiii (ricoooo) y doramas (series) por la noche. Los de samurais son la pera. Ayer veía uno de no sé qué año que parecía Curro Jiménez pero con los ojos rasgados. Bueno, además la tele no la entiendo mucho aunque curiosamente casi todos los programas están subtitulados en japonés como para enfatizar, digo yo. Es como un karaoke de colores. Para aprender japonés está muy bien la verdad.


Quizá el colorido, de los anuncios publicitarios, en la tele y en las calles, en la ropa de la gente (no tiene nada que ver como viste la gente aquí con lo que estamos acostumbrados), incluso en los santuarios, es de lo primero que impacta al gaijin de turno. Y el contraste. Ese color alegre y vital, el ruido, la música, contrasta con los cementerios budistas que te encuentras cuando menos te lo esperas.IMG_1538 El musgo lo cubre todo y parece que el silencio se manifiesta de repente, como una exudación de las propias piedras.
He visto ni sé ya los templos, jardines, santuarios, casas tradicionales, pabellones de té, antiguos canales... y también restaurantes en las azoteas bajo neones gigantes, taxis con puertas automáticas y chóferes con guantes blancos y mensajes de bienvenida pregrabados (aquí el verde es ocupado y rojo libre), restaurantes en los que el sushi viene en cinta transportadora, otros en los que la comida te la trae un tren bala en pequeño (tal que así, y pita y todo el tío, debe ser el único DSC03388país del mundo en el que el sushi corre más que los coches de verdad), y en fin cosas que ni imaginar pudiera. Y el caso es que se amalgama tan bien… Organizando el caos, sin que se note siquiera, son únicos por aquí.


De un edificio de apartamentos sale una viejecilla con un jarrito y echa agua a las florecillas que adornan una estatua de Jizō (avatar budista protectora de los caminos y lo niños por nacer) que ocupa una pequeña esquina en el cruce de dos callejuelas. Una chica sobre tacones de vértigo y pelos y ropa indescriptibles no deja de hablar por el móvil lleno de luces. Una bicicleta con un colegial, una moto con un ciberpunk se cruzan en la calle, justo enfrente. El graznido de un cuervo resuena mas allá de los cables eléctricos. Las hojas de momiji tiemblan en el atardecer.
Aquí, allí. Extremo oriente u occidente extremo, no se sabe muy bien qué es esto. Aquí todo parece ser posible y eso me gusta. IMG_1570
Esta tarde cuando venia con las bolsas de la compra hacia el apartamento declinaba ya la tarde y me detuve en un puente de la avenida principal "densha dori" (literalmente la calle del tren, por cierto que un día preguntaba yo con mi terrible japonés por "denwa dori" la calle del telefono... en fin) a mirar los puentes azules sobre el Shirakawa (río blanco) y las carpas (siempre hay carpas, y garzas). Siempre que cruzo un puente me paro a mirar la corriente, es una manía que tengo. Un pato dormitaba con el pico escondido entre las plumas del ala y en la orilla aterrazada podía distinguir los uniformes azules de los estudiantes de secundaria, las bicicletas aparcadas, sentados frente al río, ¿cual sería su conversación? las vacaciones quizá, ¿quizá un primer amor?. Y no sé por qué me daba por pensar en eso del ware ware nihonjin. Aqui un gaijin siempre será un gaijin. Y sin embargo yo con mi cámara ametrallando todo lo que veo me siento como un típico turista japonés, o encantado con la comida japonesa que siempre me sabe tan deliciosa, o tantas y tantas cosas que me gustan de aquí.... pero pero....


El otro día, buscando la pista de Santôka era yo un alienígena por aquí. Si Santôka hubiera imaginado que casi un siglo después de que él viviera un gaijin (español para mas inri) iba a andar por estos andurriales tras sus haiku se quedaría tan estupefacto que pediría un barril entero de sake, seguro. Y sus compatriotas de hoy en día no se quedaban menos extrañados la verdad. Me he encontrado gente que ni siquiera sabía que Santôka vivió aquí. Así que yo era doblemente raro.


Y sin embargo lo de gaijin a veces es una ventaja. Tienes patente de corso para ver y entrar en sitios que para un japonésIMG_1595s estarían vedados. El otro día estuve en un cibercafé. Dicho así no parece una experiencia como para llegar al éxtasis, pero ay queridos amiguitos, que esto es Japón.... Primero estaba en la planta 6ª de un edificio gigante. Vale. Los empleados, con su pinganillo y micro como siempre por aquí, después del shock inicial, me permitieron la visita (con un empleado en plan guía y todo) y una sola foto (eso sí, no a los clientes) Pues bien, el tal ciber estaba abierto 24 horas, 7 días semanales, tenia salones de internet claro, videojuegos, manga, vídeos, billares, tambores, pimpón, cabinas privadas, ducha, sauna, gimnasio, rayos uva, servicio de comida.... Hay gente que vive aquí (no es un decir) La zona de cabinas está a media luz y hay que hablar en susurros. En cada una tienes tu ordenador, tu tele, tu caja de seguridad, tu carta de menús, tu sillón super-abatible y super-acolchado, mantas, zapatillas..... Para flipar. Solo faltaba el perro Pancho con la primitiva.


En fin. Se nota que no se qué hacer eh.... Bueno. En realidad escribo también un poco para mí. Para no olvidar. Cosa imposible, lo sé. Precisamente una cosa que llama la atención de la cultura japonesa es su obsesión por la transitoriedad de todas las cosas. Y es precisamente lo efímero de las flores del cerezo lo que las hace tan bellas.


Y luego hay que barrer los pétalos, porque ensucian, como me decían esta mañana. Estaba yo en la tienda de la primera gente que conocí aquí. Cuando llegue después de 20 horas de vuelo, tres aviones, los 50 km marcha por el aeropuerto de Pekín, dos controles de sanidad por la famosa gripe (estoy sanísimo oye) y un bus en el que me quedaba frito mientras temía pasarme de parada.

Al fin llegué a Miso Tenjin, donde debía bajar. Maleta, mochila, y allí sentado viendo los bambúes (enormes, pensaba que eran eucaliptos), las carpas volantes del festival de los niños (kodomo no hi, 5 de mayo), los cuervos (claro), los estudiantes con sus uniformes de marinero o marinera, los salaryman con sus trajes, las bicis siempre... y los ginkos, que no dejaban de moverse en la brisa de la tarde. Japón Japón... ya estoy aquí decía yo.

Pero no podía quedarme allí sentado para siempre. Pregunté como pude en la tienda de enfrente (ésta a la que volví esta mañana) dónde podría comprar una tarjeta para llamar por teléfono. El tipo hasta me hizo un mapa allí en una hoja con los convini (tiendas donde hay un poco de todo abiertas 24 horas) más cercanos. Allí fui avenida adelante. Aquí hay que tener ojo porque los coches van por la izquierda con lo que eso conlleva de despistes en los pasos de cebra y las bicis te vienen por todas partes, de esas no te libras. Después de telefonear volví a la parada y el hombre salió de la tienda. Yo creo que se apiadó de mí. Me hizo entrar, me ofreció una silla, un sitio para dejar los trastos, me presento a su mujer....

Allí estuve charlando (es un decir porque entre señas y cuatro palabras de inglés y japonés…) yo que sé el rato. Hasta les enseñé el libro de Santôka que siempre llevo encima. Y resultó que ella había pasado su infancia en un pueblecito cerca de Mitori Kannon, el lugar que nadie conocía. Increíble, luego dicen que no existe el destino. Qué gente más maja. Koichi y Hiromi. Encantadores. Abrí la maleta y les regalé un turrón (esto del turrón aquí es mejor que una tarjeta de recomendación). Intercambiamos teléfonos, direcciones, hicimos fotos..... En fin. Esta mañana me han regalado otra cosa, un colgante de ninjas con un cascabel (es mi sino esto de los cascabeles está visto ;) ) y me han recomendado un lugar cerca de un volcán que en esta época está en su esplendor. Allí iré el domingo pues.


Ware ware nihonjin....
IMG_1109 Cerca del castillo de Kumamoto hay un santuario shintoista, (había muchos antiguamente en los alrededores del castillo) dedicado a Kitsune. Kitsune es el zorro, que aquí es un animal provechoso y admirado (aunque nadie me ha sabido decir por qué). El santuario se llama Inari jinja. Inarizushi es el nombre de una tradicional comida japonesa parecida al sushi. Me sorprendió el nombre. ¿Por qué ese nombre? pregunté. -Porque a los zorros les gusta el inarizushi.
Me respondieron tan en serio que me quedé descolocado. ¿Que a los zorros les gusta el inarizushi? pregunté con cara de lelo. -Les gusta el color del inarizushi.
Tela..... el color del inarizushi.... el color en cuestión es ocre más o menos. Estuve tentado de preguntar por qué precisamente a los zorros les gusta ese color pero desistí. -Les gusta el coloIMG_1106r del inarizushi, y lo que hay dentro- me aclararon.
Y todo eso me lo decía muy seria una persona que maneja ordenadores última generación, wateres electrónicos y teléfonos con televisión.
A los zorros les gusta el color del inarizushi y lo que hay dentro... Me quedaba claro. Y contemplando a Kitsune en su santuario en mitad de la ciudad, tan majo, tan zorro, lo comprendí perfectamente.

Llamé moviendo la soga de paja de arroz, junté las manos, cerré los ojos, y sí, es verdad, el color del inarizushi es realmente hermoso.


Bueno......
Creo que es hora de cenar ya, ufff, como me liais jejeje. Aquí a las 11:30 de la noche sería ya hora de recenar pero en fin. Gaijin es gaijin. Mañana tengo que madrugar porque salgo de viaje a un lugar llamado Sakurajima (literalmente Isla de los Cerezos), allí hay un volcán que es un jovenzuelo en el país de los volcanes. Todavía echa humo cuando se siente inquieto, y dicen que es verdaderamente bello. Quizá por lo efímero, también él....


Nos vemos, no sé cuándo. Cuidaos bonicos y bonicas.


Abrazos mil

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